Demna Gvasalia diseñó su última colección para Balenciaga mucho antes de que estallara la guerra, centrándola en el calentamiento global y en la posibilidad que en unos años la nieve fuera inexistente y solo se podría vivir la experiencia dentro de simuladores como el que sirvió de escenario para presentar esta colección. 

Antes que iniciara el show escuchamos a Demna leer un poema en ucraniano, tierra que recibió a su familia hace casi 30 años cuando estalló el conflicto armado en Georgia. Demna y su familia vivieron como refugiados en Ucrania, Moscow y finalmente se trasladaron a Dusseldorf. 

Es imposible no pensar en los miles de desplazados por la guerra en Ucrania, al ver a los modelos caminar a tropezones por la nieve, con las cabezas inclinadas contra el viento. Temblando en capas endebles de ropa, llevando pocas pertenencias en lo que aparentan ser bolsas de basura, llamadas trash pouch confeccionadas en cuero.  Una innovación de este show, fue la ropa de exterior o outerwear estilo pullover, siluetas sin cierres, dejando de lado los zippers y botones para así abaratar el coste de las piezas, creando una estética minimalista en prendas que usualmente no lo son. También casi todas las prendas fueron diseñadas para ocupar el menor espacio al ser empacadas. 

El show cerró con dos looks, un tracksuit en color amarillo y un vestido con una enorme cola en color celeste.  Colores de la bandera de la República de Ucrania.