Zuhair Murad volvió a encender París con una colección deslumbrante titulada A Sheer Desire, inspirada en las divas del Hollywood dorado como Marlene Dietrich y Greta Garbo. Su pasarela en el Musée des Arts Décoratifs fue un espectáculo de brillo y elegancia, donde cristales, lentejuelas, perlas y bordados intensificaron cada paso.



Vestidos de terciopelo, siluetas transparentes y hombros marcados revivieron la sensualidad de las femmes fatales, pero con una lectura contemporánea. Por primera vez, Murad introdujo pieles sintéticas, transformadas en abrigos brillantes y sofisticados, y una paleta de tonos nude que fue desde el tul casi invisible hasta el chocolate intenso.



Aunque es conocido por cerrar sus desfiles con trajes de novia, esta vez se despidió sin uno. “No se sentía moderno”, dijo el diseñador, apostando en su lugar por piezas llenas de fuerza silenciosa, como un vestido drapeado en caramelo o un corset en tono cacao.
La colección fue una oda al deseo, al drama y al lujo absoluto.