Algo curioso está pasando en las redes sociales. Influencers que hasta hace poco defendían causas progresistas ahora abrazan discursos conservadores y religiosos. Este cambio no parece casualidad: coincide con el ascenso global de gobiernos de derecha en países como Argentina, Italia, y Estados Unidos.
¿Qué impulsa esta transformación? Varios factores se entrelazan. Los algoritmos de redes sociales premian el contenido polémico, y muchos creadores descubrieron que criticar el feminismo o la “cultura woke” genera más engagement que promoverlos. También existe una oportunidad económica: audiencias conservadoras están dispuestas a apoyar con donaciones y membresías a quienes validen sus ideas.
La crisis económica y social actual hace que las personas busquen certezas, encontrándolas en ideologías más estructuradas como el conservadurismo religioso. Los influencers, siempre atentos a las corrientes culturales, han captado esta necesidad.
La pregunta inevitable es si estos cambios son auténticos o meramente estratégicos. Probablemente sea una mezcla de ambos. Algunos pueden haber experimentado transformaciones genuinas, mientras otros simplemente siguen la corriente que les garantiza relevancia y sustento económico.
Este fenómeno refleja cómo las figuras públicas digitales no solo siguen tendencias, sino que las moldean, adaptándose constantemente al zeitgeist político para mantener su influencia en un ecosistema donde la atención es moneda de cambio.